La Colaboración del Discípulo en la Expansión del Evangelio por Daniel García

En artículos anteriores, me referí a la secuencia de lo que significa el plan estratégico de las 4 C: Captar, consolidar, capacitar.  En el artículo de hoy expondré sobre colaboración.  Uno de los propósitos de la colaboración es que, la iglesia local propicie los espacios adecuados y escenarios convenientes para la realización de un plan estratégico, con la finalidad que cada uno de los creyentes acorde a sus dones, su función y llamado en el Reino de Dios, sea capacitado para impactar de forma positiva a toda la sociedad, expandiendo el evangelio.

La Iglesia Verbo recibió de parte de Dios que las personas más importantes no son los que tienen puestos de servicio sacerdotal muy visibles como ancianos, diáconos apóstoles, o maestros, sino todos los hermanos, miembros de un solo cuerpo. El Señor dice en 1a. Pedro 2:5: “…también ustedes son como piedras vivas, con las cuales se está edificando una casa espiritual. De este modo llegan a ser un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por medio de Jesucristo”. 

Lo anterior indica que todos los creyentes tienen acceso directo y en cualquier lugar pueden amar y glorificar a Dios en todo lo que realizan y servirle en cada escenario donde estén desarrollando una labor, llámese: Finanzas, religión, artes, gobierno, medios de comunicación, educación y negocios.

La iglesia saludable debe tener una perspectiva sobre su propósito centralizado en Jesucristo, donde su particular forma de proyección consiste en profundizar su desafío de alcance a través de compartir las buenas nuevas de salvación y ser formados por Su palabra.   De esta forma, podrá llevar el proceso de alcanzar la madurez a través de un discipulado centralizado en Su ejemplo; con ello se logra que el Reino de Dios se ensanche y que el discípulo de Cristo sea un testimonio relevante y transformador que afecte al mundo donde vivimos.

Sin lugar a duda, uno de los retos de la iglesia local para la próxima década, incluye un fortalecimiento continúo en la intimidad con el Señor y el seguir creciendo en la creatividad e innovación a la luz de la Palabra de Dios.  Lo anterior es básico, pero sin dejar de cumplir con los requerimientos y tendencias en el llamado de cada creyente, en el discipulado y en las renovables estrategias organizacionales, administrativas y tecnológicas de la sociedad globalizada. La iglesia es un organismo vivo y por lo tal, su crecimiento en todo aspecto siempre será un reto permanente para influenciar en la sociedad durante la siguiente década.

e.  


Daniel García
Anciano que preside Consejo Nacional de Ministerios Verbo Guatemala.

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