Una vida de adoración por Edwin López

Escuchar la palabra adoración, nos lleva regularmente al momento en el que juntos como iglesia dedicamos un tiempo a cantar a Dios, lo cual es parte de, pero no lo es todo.

Una de las primeras veces que encontramos la palabra adoración dentro de la biblia es Génesis 22:5: “Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos”.

Abraham, un hombre que había recibido de parte de Dios la promesa de ser padre de multitudes, tiene su primer hijo a los 100 años (Génesis 17:17), luego de unos años el mismo Dios que le da su único hijo, se lo pide en sacrificio, ¿cuál hubiese sido nuestra respuesta a ello?

De seguro nos preguntaríamos si era un requerimiento de Dios o una locura en nuestra mente. Abraham, conocedor de la voz de Dios, obedece, pero al final de la historia, Dios no permite que su hijo sea sacrificado al ver la actitud de entrega total de parte del corazón de Abraham a obedecerle.

Adorar a Dios es la actitud de entregar todo lo que somos delante de Él en muestra de amor por lo que Él es.

Una de las definiciones que encontramos en el diccionario de adoración es “amar al extremo”, cuando utilizamos la palabra amar es fuerte, reforzada con “al extremo”, denota una entrega total de lo que somos y hacemos.

Bien lo decía Jesús, hablando de una vida de adoración en Juan 4:21 “Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adorareis al Padre”.

Nuestra actividad de adorar deber ser en cada lugar que estemos, ser un sacrificio vivo delante de Dios (Romanos 12:1), que rinda adoración a Él con nuestros pensamientos, actitudes, obras, convicciones, trabajo, estudios; en si, todo lo que somos y hacemos.

¿Estaré yo teniendo una vida que de adoración a Dios en cada una de las cosas que desarrollo a diario? Es una pregunta que deberíamos hacernos regularmente. Por algo Pablo nos exhorta a que todo lo que hagamos, sea como para el Señor y no para los hombres, en Colosenses 3:23.

Entre mas conozca a Dios y su palabra, seré un mejor adorador, confirmare mi amor por Él obedeciendo cada uno de sus mandamientos, como lo menciona Jesús en Juan 14:15 “Si me amáis guardad mis mandamientos”.

La obediencia es parte de nuestra adoración. En una manera general, adorar es cumplir el gran mandamiento en Mateo 22:37 “Jesús le dijo: Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente”.

Adorar a Dios es entregar cada parte de mi a Él diariamente, es mi actitud en cada instante de la vida, entendiendo que Dios quiere estar presente en mi todo el tiempo.


Edwin López
Director de Discipulado Destino

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