Ninguno tenga en poco tu juventud por M. Th. Mynor Herrera

El apóstol Pablo escribió algunas cartas dirigidas a diferentes iglesias y también otras cuatro cartas dirigidas a personas individuales; dos a Timoteo, una a Tito y otra a Filemón. Las misivas de Pablo comúnmente tenían como objetivo exhortar y enseñar sobre asuntos cotidianos de la vida de la Iglesia y la vida de los creyentes.

Timoteo vivía en Listra, un pueblo de la provincia romana de Licaonia. Su madre Eunice y su abuela Loida, se supone, eran creyentes y se cree que ellas fueron quienes enseñaron a Timoteo sobre el Antiguo Testamento. Pablo le escribe a Timoteo: “trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también” (2 Timoteo 1:5). Se piensa que fue en la vista de Pablo a Listra, cuando Timoteo vino a la fe en Cristo Jesús, y por esta razón, es que se sostiene que Timoteo es un hijo espiritual de Pablo. Además, Pablo se refiere a él como “hijo”.

Sin duda, Timoteo era un joven que amaba al Señor, y su pasión por Él permitió que Pablo pudiera discipularlo y prepararlo para el servicio a Él Señor.

La juventud de Timoteo no fue de ninguna manera un obstáculo para ser ministro, sino, por el contrario, Pablo lo consideraba como una de sus fortalezas. La madurez de Timoteo hacía que Pablo lo visualizara como un buen ministro; “Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido. Desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad” (1 Timoteo 4:6-7).

Pablo también sabia que la juventud de Timoteo podría causar ciertas limitaciones y provocar temores al mismo Timoteo, y a los hermanos de la iglesia, podría causarles desconfianza y llegar hasta menospreciar el don de Dios manifestado a través de Timoteo.

Así que, luego de varias recomendaciones, Pablo exhorta a Timoteo y le dice: “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino se ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” (1 Timoteo 4:12, RVR 1960).

La exhortación que Pablo hace a Timoteo va en dos direcciones: la primera es que tenia la responsabilidad de no permitir que nadie menospreciara su don y su ministerio, por el hecho de ser joven.

La segunda es que Timoteo tendría el reto de ser modelo de los creyentes en todo sentido. Pablo pone sobre él una exigencia bastante pesada, pues ser ejemplo para los demás también lo pondría en la mira de toda la iglesia, y especialmente, de aquellos en quienes hubiera nacido alguna duda o desconfianza como fruto de su juventud.

Seguramente, Pablo le pide esto a Timoteo porque sabia que lo podía hacer y cumplir, o por lo menos, estaba dispuesto a arriesgarse con él, pues no dudaba de su amor, pasión y llamado al ministerio.

Ser ejemplo en palabra, conducta, amor, fe y pureza no es poca cosa y se requiere de entrega y devoción a Dios para poder lograrlo, porque solamente una dependencia total hacia el Señor es lo que daría como fruto poder ser ejemplo a ese nivel.

Aunque la Biblia no lo dice, se puede inferir que Pablo le tenia a Timoteo suficiente confianza para saber que estaba preparado para realizar esa labor ministerial. También se puede inferir que apóstol se encargo de discipular a Timoteo con la intención de ayudarle a desarrollar su ministerio y cumplir con su llamado.

Lo que queda claro es que la madurez cristiana no depende de la edad que se tenga, sino de la relación personal con Dios y del discipulado. Estoy seguro de que en nuestro ministerio hay mucho como Timoteo, jóvenes apasionados por Dios, con deseo de servirle y con un fuerte llamado al ministerio. Ciertamente, hay muchos que están esperando ser discipulados y entrenado en la Palabra, en el carácter cristiano y en el desarrollo ministerial.

Dios nos esta hablando a nosotros como Ministerios Verbo, de un nuevo tiempo, de nuevas misiones y del tiempo de los jóvenes. No me cabe la menor duda que este es el tiempo en que la juventud debe enseñar a su generación y a la nuestra. Es tiempo que los jóvenes anhelen obispado, es tiempo que los que anhelan obispado salga de en medio de yodos y se hagan visibles; es tiempo de nuevas misiones; es tiempo de nuevos tiempos.

No permitas que nadie menosprecie tu juventud, sino que úsala y aprovéchala para manifestar el Reino de Dios en todo lugar, sirve al Señor y desarrolla los dones que nuestro buen Dios ha puesto sobre ti.


M.Th Mynor Herrera
Miembro de Consejo Nacional de Ministerios Verbo Guatemala

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *