Transformación por Daniel García

¿Por qué la Palabra de Dios es tan importante para Su iglesia? ¿Cuál es el propósito final de la Palabra de Dios? ¿Qué es lo que Dios quiere lograr a través de Su Palabra?

En Efesios 1:9-12 el apóstol Pablo nos da una declaración asombrosa inspirada por el Espíritu Santo. “Dándonos a conocer el misterio de Su voluntad, según Su beneplácito, el cual se había propuesto en Sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra. En Él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de Su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo”.

Es decir que Dios tiene un propósito para su vida y para la mía. ¡Y Él ha develado ese propósito en su Palabra! Y, en ese contexto la declaración más clara la encontramos en Efesios 4:11-13, en donde el apóstol Pablo afirma que después de que el Señor Jesús culminó Su obra en la Tierra por medio de la cruz y la resurrección, ascendió al cielo y dio dones a los seres humanos.

“Y Él mismo constituyo a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del hijo de Dios, un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.” Ese es el propósito de Dios: Llevarnos a la madurez. Dios quiere que maduremos para llegar a ser como Cristo.

Todo lo que Dios ha realizado en la historia humana, todas Sus obras registradas en la Escritura y todo el universo físico y moral, tuvieron lugar para que usted y yo desarrollemos el asombroso potencial y las maravillosas posibilidades que Dios ha determinado para nosotros. La medida de dicha humanidad es la medida de la estatura de la plenitud de Jesucristo. El primer paso para llegar a la meta “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe”. Fe es la palabra operativa, la fe siempre es el camino que nos lleva a experimentar todo lo que Dios ha puesto en nuestra disposición.

El segundo paso que nos lleva hacia esa meta es: El conocimiento del hijo de Dios. Esto significa el conocimiento preciso y pleno del hijo de Dios. No podemos alcanzar la madurez en Cristo como Dios quiere si no conocemos a su hijo y con esto no me refiero únicamente a almacenar información bíblica, sino a una experiencia personal con Jesucristo.

La fe lleva al conocimiento, aclaro que no solo es mi fe o la suya, sino nuestra fe, lo que Pablo llama “la unidad de la fe” (Efesios 3). Eso significa que es imposible desarrollarnos como cristianos a menos que estemos en contacto con otros cristianos, no se puede avanzar hacia la madurez sin que estemos dispuestos a compartir la verdad unos con otros. Necesitamos unos de otros en el cuerpo de Cristo y cuando tenemos comunión adoramos, oramos juntos y estudiamos juntos la palabra de Dios, maduramos y crecemos en el conocimiento práctico del Hijo de Dios.

Isaías 40:8: “La hierba se seca y la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre.” 1 Pedro 1:24-25, “Porque: toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como la flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada.” El apóstol Pedro se está refiriendo a que la verdadera palabra de Dios permanece en su totalidad para siempre, la palabra de Dios es permanente, el mundo es cambiante y vaya si no está cambiando a diario. Solamente en la palabra de Dios podemos confiar plenamente. Es lo único que permanece.

Nuestra tarea se convierte en esforzarnos porque la gente conozca la palabra de Dios, no solamente la proclame, sino que también la viva. La palabra de Dios transformará a las personas no importando los valores del mundo, que son cambiante de acuerdo con las diferentes corrientes de pensamientos. En cambio, la palabra de Dios es actual, relevante y dinámica. Es simple, entendible y pública para todo el que la escucha y la lee.


Daniel García
Anciano que preside Consejo Nacional de Ministerios Verbo Guatemala.

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